¿Me preparé por más de 15 años para acabar jugando Hot Wheels?
Cuando Joaquín nació, decidí comenzar ciertos hábitos que pudiera repetir anualmente para observar su progreso en un periodo de tiempo más largo. Uno de esos hábitos fue escribir un blog anual para su cumpleaños, donde comparto mi experiencia como emprendedor y padre.
Este ejercicio me ha servido mucho, ya que cada año me lleva a reflexionar sobre mi vida en lo personal, profesional y en mi rol como padre. Este último, el más reciente en mi vida, es un rol para el que nunca tuve formación y en el que cada acción o inacción tiene repercusiones enormes y a largo plazo. Con este blog, la serie llega a cuatro entradas, y aquí dejo los enlaces a los anteriores:
- Primer año de Joaquín: El mejor regalo que me ha dado la vida de emprendedor
- Segundo año de Joaquín: Los dividendos no siempre son monetarios
- Tercer año de Joaquín: El arte de equilibrar metas y vida personal
Llego a los 4 años de ser padre con mucho análisis, autocrítica y reflexión sobre mi desempeño como padre y como hombre. Veo cada vez más claro lo importante que es no olvidar quién soy fuera de mi rol de papá y, al mismo tiempo, pensar cómo afrontar lo que viene; si alguien está leyendo esto y tiene adolescentes, seguro pensará: “¡no sabe lo que se le viene!”. Con este blog mi intención es poner en palabras parte de ese ¿por qué trabajar? y usar la experiencia que he ido ganando para abrir espacios en mi vida que me permitan alcanzar otras metas; en este caso, ser un padre presente. Es un análisis importante ahora que tengo un hijo con edad suficiente para empezar a tener más espacios y tiempo aparte de mí.
También quiero contar cómo, en paralelo, veo y vivo mi vida profesional; cómo intento encontrar un punto medio, si es que existe, en un contexto que muchas veces no facilita la presencia: horarios extensos, pantallas por todos lados y una cultura que a veces premia más el rendimiento que el bienestar. Siento que no siempre somos una sociedad amiga de los niños, pero justamente por eso creo que, como padres, tenemos una oportunidad enorme de marcar la diferencia puertas adentro.
Es verdad que la economía, la tecnología y hasta lo que comemos pueden jugar en contra, y que todo esto puede hacer que a muchas parejas el solo pensamiento de tener un hijo (mucho menos dos) les asuste. Pero más que quedarme en ese miedo, con este blog quiero explorar cómo, a pesar de ese entorno, podemos tomar decisiones más conscientes que nos acerquen a la vida familiar que queremos y evitar caer, casi sin darnos cuenta, en dinámicas autodestructivas para nosotros y para nuestros hijos. En mi caso, se trata de entender que todo ese camino profesional de más de 15 años tiene aún más sentido cuando me permite algo tan simple y tan enorme como estar en el piso jugando Hot Wheels con mi hijo.
Con este cuarto año de vida de mi hijo Joaquín, siento que se cierra una primera etapa y comienza otra, más profunda y desafiante. Ya no se trata solo de dejarnos llevar por la ternura del bebé, sino de tomar decisiones cada vez más conscientes sobre cómo queremos acompañar su camino, aunque eso nos pida más cabeza, más estructura y, sobre todo, más corazón. Leyendo mis tres blogs anteriores veo que hay temas y conceptos que se repiten y se van reforzando con el tiempo: la Libertad y la idea de entender el tiempo como nuestro recurso más preciado. Este último, en especial, a veces se me olvida; dejo de valorar mi tiempo como lo más valioso que tengo.
Hábitos como esta serie de blogs me ayudan a recordar los principios que sostienen mis decisiones lo cual es vital para esta nueva etapa. También he descubierto que lo más retador de querer ser un padre presente está en lo mental, como dice el dicho “niños pequeños problemas pequeños, niños grandes problemas grandes”: además los distintos roles que tengo empiezan a chocar entre sí y mantener el norte interno es y será uno de los retos más grandes de este camino de vida.
¿Porque este título?
Porque escogí este título para este blog: ¿Me preparé por más de 15 años para acabar jugando Hot Wheels? Porque muchas veces, cuando estoy sentado en el piso jugando con Joaquín a la mitad del día, me pregunto: ¿es este momento el resultado de todo el esfuerzo profesional de los últimos 15 años? Es una pregunta que también he escuchado en otros padres, a veces con una connotación negativa, como si terminar jugando en el suelo o cambiando pañales fuera “menos” de lo que imaginaron para su carrera.
En mi caso, he decidido verlo al revés: sí, este momento es justamente la consecuencia de esos años de trabajo. Siento que aquí es donde debo estar y para lo cual me preparé, porque es donde mi tiempo y mi experiencia tienen hoy el mayor impacto. Para mí se siente como una recompensa real a todo ese camino: poder enfocar mi energía en una actividad mucho más importante, con repercusiones profundas y reales en la vida de mi hijo. Además, sé que uno puede pasar años trabajando en proyectos profesionales que no llegan a nada más que consumirnos tiempo de vida. Por eso elijo valorar este presente, entendiendo también que es un momento de vida temporal.
Otra pregunta importante que va de la mano del título, y que un amigo me hizo hace poco, no directamente sobre paternidad, sino sobre ser empresario es: “¿y cuándo disfrutamos?”. Más que una queja, para mí es una invitación a revisar desde dónde estamos viviendo. Siento que, desde que nació Joaquín, disfruto de otra manera: dejé de correr detrás de cada meta profesional y empecé a elegir con más intención dónde pongo mi tiempo y mi energía.
Entonces, ¿cuándo disfrutamos? Cuando esa experiencia profesional acumulada nos permite organizarnos mejor, trabajar con más foco, sostener un estilo de vida que nos guste y, sobre todo, tener la claridad mental para entender que ningún logro profesional va a llenar vacíos emocionales, pero el esfuerzo por ser mejores padres muy probablemente sí. Y ahí aparece el verdadero desafío: para lograrlo tenemos que mirarnos hacia adentro a un nivel muy profundo.
Ser un buen padre es ser un mejor hombre: es revisar, cuestionar y transformar conductas que dimos por “normales” toda la vida y que, en realidad, son tóxicas, adictivas o dependientes. En ese proceso, más que perfección, lo que buscamos es convertirnos, poco a poco, en mejores personas.
Los proyectos pueden esperar, la infancia no
Por otro lado, si somos medianamente buenos en lo que hacemos, siempre habrá proyectos y trabajos a los que podamos dedicar una buena parte de nuestra vida profesional; en cambio, los primeros años de vida de nuestros hijos no vuelven. Este es el único “proyecto” que no tiene repetición, ni siquiera con un segundo o tercer hijo, y las acciones y comportamientos que tengamos con cada uno tendrán repercusiones que probablemente sean de por vida.
Con este análisis he basado muchas de mis decisiones como padre, entendiendo que sí, me preparé durante más de 15 años para poder tener más tiempo con mi hijo durante sus años formativos; tiempo que hoy invierto jugando Hot Wheels, armando rompecabezas, montando bici, nadando, etc. He podido ver de primera mano cómo eso impacta positivamente en su desarrollo, porque hay enseñanzas y habilidades que no se las da una niñera, ni el jardín ni el colegio, y que además es muy difícil o muy demorado transmitir después de trabajar todo el día o en un sábado o domingo lleno de compromisos.
Lo mencionado anteriormente no significa que yo esté todo el tiempo con la energía o la disposición de hacer las actividades que describí. Igual las hago y las sigo haciendo; unas veces las disfruto más que otras, pero SIEMPRE quedo con una satisfacción enorme después de hacerlas, porque sé que es lo correcto. Esa sensación de satisfacción convive con otra parte más incómoda: el ego me juega malas pasadas cuando empiezo a sentir que me quedo atrás o que personas contemporáneas logran más cosas que yo.
Tengo muy claro que esos pensamientos son tóxicos hacia mí y no me ayudan en nada, pero igual aparecen; el reto está en saberlos reconocer a tiempo y manejarlos para que no se conviertan en una carga constante. No puedo decir que es fácil, pero como dicen, no hay logro importante en la vida que sea fácil y, a mi modo de ver, esta es la mejor forma de vivir la paternidad e invertir gran parte de mi tiempo productivo en estos años: aceptando la incomodidad, el cansancio y las dudas, pero eligiendo una y otra vez estar presente.
Como sabiamente dice mi esposa Johanna Merchán (cofundadora y CFO de Press Start Evolution), la única constante es el cambio. Teniendo en cuenta esto, que para mí es 100 % verdad, sé que este tiempo de gran inversión en la paternidad es temporal: los hijos crecen y cada vez tendré menos tiempo con Joaquín. Eso me hace entender que estoy viviendo un momento invaluable e irrepetible y que, más adelante, tendré más espacio para afrontar y desarrollar otros proyectos personales si así lo quiero. Como dije antes, siempre habrá otro proyecto laboral y, si no lo hubiera, lo crearé desde cero, como hice al inicio de mi carrera y lo sigo haciendo en Press StARt Evolution.
Y si pasara que no llego a esa etapa porque así lo quiso la vida, sé que me iré de este mundo tranquilo, sabiendo que dejé todo en la cancha por mi hijo, sensación que sé no tendría si me fuera antes de tiempo habiendo invertido la mayoría de mi tiempo de padre en el trabajo o en proyectos profesionales.
Claro, esto no significa que no trabaje; lo hago con diferentes prioridades y planeo mis metas y esfuerzo teniendo en cuenta el tiempo de trabajo que realmente tengo disponible. Por momentos logro mantener una estabilidad o balance entre trabajo y familia; en otros, la carga laboral desajusta ese equilibrio y me ha tocado trabajar en altas horas de la noche o muy temprano en la mañana para alcanzar a cumplir con todo.
Este año, en especial, tuve un lapso de un par de meses en el que, por un lado, fue muy bueno a nivel laboral porque se abrieron muchas oportunidades, pero, por otro, tuve que hacer un esfuerzo extremadamente alto para cumplir con todo y en algunos momentos sentí que me alejé o descuidé un poco a Joaquín. No fue una sensación agradable, y esta experiencia me está enseñando a planear mejor para esos momentos en el futuro, porque al mismo tiempo no se puede descuidar la parte económica, teniendo en cuenta que los gastos de un hijo van subiendo a medida que van creciendo.
¿Y cuándo disfrutamos?
¿Y cuándo disfrutamos? Depende de nosotros aprender a mirar la vida desde otra perspectiva, donde no siempre se trata de querer más, sino de reconocer que todo tiene ciclos: hay momentos de trabajar más y momentos de disfrutar los frutos de ese trabajo y de la experiencia ganada. De lo contrario, al menos desde mi punto de vista, no tiene mucho sentido vivir siempre extremadamente ocupados, queriendo más y más, mientras nos perdemos momentos que, a diferencia del ámbito profesional donde siempre habrá otro proyecto, son irrepetibles: nuestros hijos solo tienen una niñez.
Darle a nuestros hijos gran parte de nuestro tiempo, especialmente en sus etapas formativas, jamás debe ser visto como “algo menos” en comparación con otros proyectos profesionales; todo lo contrario, como sociedad deberíamos verlo como el tiempo mejor invertido para formar mejores seres humanos en las futuras generaciones, algo que el mundo desesperadamente necesita, especialmente cuando muchas de las personas que toman las decisiones más importantes parecen tener un compás moral que no siempre es pro humanidad. Por esta razón, puedo decir que sí: me preparé por más de 15 años para acabar jugando Hot Wheels.
Un mensaje para emprendedores
Si eres un emprendedor y has llegado hasta este punto del blog, te invito a que analices este tipo de vida, la del emprendimiento, como un camino largo, con diferentes ciclos. En algunos estarás enfocado casi por completo en hacer crecer tu proyecto; en otros, si así lo decides, podrás usar los frutos de ese esfuerzo para tener etapas de vida en las que te enfoques más en temas personales, familiares o emocionales, sacando ganancias de tu emprendimiento en forma de tiempo libre, no solo de ingresos económicos. El emprendimiento puede ser una herramienta para vivir una vida más completa, llena de diferentes experiencias, y no únicamente una carrera por lograr más y más. No dejes que esa carrera te consuma la vida, a menos que conscientemente quieras una vida más unidimensional en cuanto a cómo inviertes tu tiempo.
Nuestro mejor trabajo lo hacemos cuando estamos motivados, descansados y con metas, con un norte claro. Esto es algo que he aprendido viendo el camino de vida de mi esposa Johanna. Para ir cerrando este blog, quiero compartir un texto donde ella cuenta precisamente esto: ¿Cómo mantener el norte en medio de los cambios de la vida?. Lo pueden leer en este link: Cambiar de rumbo sin perder el norte
En Press StARt Evolution no solo desarrollamos experiencias de Realidad Aumentada y videojuegos con fines educativos, de marketing o entretenimiento. También estamos comprometidos en compartir nuestras experiencias como emprendedores, nómadas digitales y como equipo que cree en la tecnología con propósito. ¿Quieres contactar con nosotros dale click aquí.
www.pressstartevolution.com Colombia & Uruguay
